Si hay una diferencia entre la
forma de comandar la campaña entre el aprista Hugo Otero y Favre es que este
último maneja la campaña como un tablero de ajedrez mientras que el aprista lo
maneja como una carrera de caballos.
Si algo caracteriza a la campaña de los
revocadores es su poco profesionalismo, su desorden, y el hecho que se
concentra en sus propias fuerzas sin atender el contexto general. Como los
caballos que corren con un tapa-ojos que les impiden ver sus costados, los
revocadores creen que sólo les basta golpear con las espuelas al caballo para
que corra más rápido les hará ganar la revocatoria. Otra característica de los
revocadores es que ven a la campaña como una guerra, como una lucha en la que
tienen que demonizar a su oponente para ganar. Una tercera característica de la
campaña de los revocadores es que apelan a valores materialistas: fierro,
cemento, etc.
Por su lado, lo que caracteriza
la campaña del Favre por el No es su profesionalismo. Cuando salieron los
paneles con lemas como "Yo digo No a la exclusión" animadas con la
famosa actriz Mónica Sánchez se dijo que esa campaña iba a fracasar
pues no tenía conexión con la revocatoria y que la gente no atiende a
"mensajes subliminales". Pero acaba de aparecer un spot donde Mónica
Sánchez vuelve a hablarnos del NO a la exclusión pero está vez anunciando el
Programa "Barrio Mío" dirigido a sectores excluidos como
Huaycán. Entonces el "NO a la exclusión" que vimos en los paneles
cobra sentido. No se trataba pues de "mensajes subliminales" que no
tenían relación con la revocatoria, sino todo lo contrario, se trataba de una
manera de ir introduciéndonos en los porqués debíamos apostar por el NO. Otra
característica de la campaña del NO es que apelan a la unidad, a valores
universales, etc. En este sentido, no toman la campaña como una guerra sino
como una competencia. Favre sabe que en las dos últimas semanas cuando se
decide el voto la gente llega harta de todo y puede estar dispuesta a escuchar
propuestas propositivas. Una tercera característica de la campaña por el NO es
que apelan a valores postmaterialistas: ordenamiento territorial, ecología,
valores, educación, reforma del transporte, etc.
Estamos entonces ante una campaña
ordenada, que sigue un patrón profesional, y que tiene claro su objetivo y el
manejo de los tiempos. Por su sistematización y visión general del panorama
asoció la estrategia de Favre con un damero de ajedrez.
La popularidad a favor de la
revocatoria durante el 2012 se basaba fundamentalmente en la campaña millonaria
sostenida durante los dos últimos años contra la alcaldesa Susana Villarán.
Hasta hace dos semanas gran parte de la fuerza del SÍ residió en su
popularidad. Mucha gente apoyaba el SÍ porque veían a la alcaldesa Villarán
como una piñata, permanentemente acosada, débil, y por ello sin la autoridad
necesaria. Frente a este hecho los apristas se sumaron a la batahola señalando
que su decisión se basaba en que la revocatoria era un “sentimiento popular”
(Agustín Mantilla dixit). Cortos de miras, los apristas se perdieron en los
árboles los cuales les impidieron ver el bosque. Creyeron que
tenían la batalla casi ganada y que solo era cuestión de tiempo. Es decir,
miraban la campaña como una carrera de caballos: creían que como le ganaba al
NO lo que se necesitaba era continuar dándole en su campaña del miente miente
que algo queda para hacerse inalcanzable de los del NO. Para los revocadores se
trataba de ganar la carrera de caballos aprovechan la ventaja que le habían
sacado luego de una intensa campaña de dos años, desde que Susana Villarán
asumió el cargo.
Concentrarse en la campaña como
una carrera de caballos les hacía ver a los revocadores que los resultados de
las encuestas les bastaban. Y que sólo tenían que seguir dándole “de alma” a
Susana para ganar.
Pero una campaña electoral no es
una carrera de caballos. Tal vez en un sentido lo sea, pero es más que eso. No
es lineal, es más complejo. En un sentido se parece más a una partida de
ajedrez donde se tiene que ver que cada pieza que se mueve modifica las
posibilidades y el espacio de juego de las demás piezas. Una buena estrategia
prevé el movimiento general del tablero de ajedrez, y mover las piezas para
capitalizarlo a tu favor.
Para ganar una campaña electoral
los revocadores tenían ciertamente que vencer a sus adversarios del NO. Pero
eso no significaba que golpear como piñata a Susana les iba resultar hasta el
final.
Las campañas electorales tienen
su ciclo. Una campaña no acaba si el ciclo no termina de recorrerse. Esta
campaña electoral de revocatoria sin una cruzada democrática en contra de los
intereses particulares de los revocadores. No se puede pretende saltar etapas,
eliminarlas, tratar de correr solo o terminar la campaña sin recorrer su ciclo
completo. En ese sentido la campaña de los revocadores es una campaña poco
profesional, hasta diría que se trata de una “campaña chicha”.
Por más que griten los revocadores,
por más que insulten, por más que quieren que sus adversarios no se defienda,
lo cierto es que no será así, y los revocadores no podrán evitar someterse al
escrutinio público. Por más que hayan creado una fuerte red de poder los
revocadores tienen que pasar la prueba del visto bueno de la ciudadanía. Y esto
se toma sus tiempos. Y en este sentido los resultados de las encuestas pueden
haberlos hecho ilusionarse antes de tiempo. Los revocadores no pueden impedir
que la parte más activa de la ciudadanía, la llamada sociedad civil
(organizaciones privadas sin fines de lucro que se agrupan voluntariamente para
ocuparse de fines públicos) se involucre en la campaña. En ese sentido, los
revocadores no previeron esto. En realidad no estaba en sus manos. Los intereses
que nunca quedaron claro desde las causas de la revocatoria sin desligarlo de
intereses tras bambalinas, pasando por el financiamiento del recojo de firmas,
lo impresentable que son los voceros del SÍ, etc. etc. Y por eso no hicieron
espacio para la participación de sociedad civil en su campaña. Por ello, en el
lado de los revocadores no existen organizaciones sociales, culturales,
deportivas, barriales, artísticas, gremiales, etc. Todas estas organizaciones
han ido a parar al bando del NO.
Una campaña tomada como un
tablero de ajedrez trata de fortalecerse con la fuerza disponible en la
ciudadanía. En ese sentido la campaña publicitaria del No ha tenido el acierto de
conectar con la voluntad de un verdadero ejército virtual apoyando la campaña
por el NO desde las redes sociales. Este ejército estaba allí, listo para ser
utilizado, para ser incorporado en el trabajo propagandístico. La estrategia de
Favre conectó sinérgicamente con la potencialidad de ese ejército ciudadano
especialmente joven. Funcionó. Favre ha demostrado que el marketing político no
sirve necesariamente para promocionar un producto (como el marketing
empresarial) o un candidato, sino sirve también para abrir otro escenario más
amigable que el anterior en el que puedes desplegar otras estrategias
destinadas a captar el voto.
Una campaña tiene más probabilidades
de ser victoriosa si se alimenta de la fuerza de la ciudadanía. La campaña de
Obama en los EEUU fue la demostración plena de este aserto. Pero cuando una
campaña se sostiene sólo en sus “voceros” como lo hacen los revocadores corren
el serio riesgo de desgastarse, de agotarse y de debilitarse. En este sentido
bien les queda a los revocadores el dicho “carrera de caballos parada de
burros”.
La “campaña chicha”, poco profesional
de los revocadores nunca ha dejado de ser concebida como una carrera de
caballos y en este sentido la estrategia de Favre los está pasando por encima.
Favre concibe la campaña como un tablero de ajedrez y mueve sus piezas dentro
de una dinámica general que involucra a los actores políticos, sociales, los
poderes fácticos y especialmente la ciudadanía que tiene sus momentos de
interés en la campaña. Si una cosa ha quedado claro es que los intereses
políticos, económicos y sociales son mucho más fuertes en el lado de los del
NO. Esto ha resultado en que tras la alcaldesa se ha formado una
coalición amplia y fuerte que será decisiva en las dos últimas semanas en que
se decidirán las elecciones.
Las últimas encuestas no son
alentadoras para los revocadores no sólo por la tendencia a favor del NO, sino
porque se sabe que en las últimas semanas las tendencias se aceleran. Los
revocadores están perdiendo uno de sus razones de ser: su popularidad. Un hecho
político como la baja de la popularidad de la revocatoria y el ascenso del NO
va a traer aparejada que las fuerzas del SÍ disminuyan, que pierda empatía
popular. Perdida su popularidad, su “sex appeal”, el SÍ está herido
mortalmente. El publicista aprista Hugo Otero puede perder una partida de
ajedrez cuando esperaba ingenuamente ganar una carrera de caballos.