Uno de los argumentos centrales de los promotores del SÍ es
que la gente desaprueba la gestión de Susana Villarán y que ellos respaldaban
ese “sentimiento popular”. Su chamba como promotores sería entonces demostrar
el por qué del rechazo. Pero ahora que las encuestas arrojan resultados más
bien matizados, tendrán que justificar su postura. Si persisten con frases
cliché como “incapaz”, “vaga”, etc. corren el riesgo de saturar. Una forma que
tienen los revocadores para salir de este atolladero es con nuevas denuncias
contra la administración de Susana.
La estrategia de Hugo Otero de demarcar la cancha entre ricos
y pobres fue mal planteada y peor acompañada. Otero viene repitiendo esta
estrategia desde los 80 (y el Apra desde mucho antes), pero esta vez Otero no
tenía los insumos para que sus efectos sean los esperados. Tal vez el principal
escollo para que esta estrategia funcionara fue que la izquierda en pleno y las
organizaciones sociales respaldan a Susana Villarán y se oponen ACTIVAMENTE a
la revocatoria. Cambiar el imaginario popular del hecho de que Susana sea
considerada de izquierda y a su vez la asociación entre izquierda y la defensa
de los valores materiales de la población necesitaba un esfuerzo mucho más
grande que el que los revocadores podían realizar. Más aún cuando los “rostros
del SÍ” han sido asociados a la corrupción y a las ventajas particulares. Lamentablemente
para los del SÍ Hugo Otero está demostrando no estar a la altura de los nuevos
tiempos (desactualizado). Susana no es Vargas Llosa ni Lourdes Flores. Hugo
Otero tendrá pues que relanzar su estrategia.
De otro lado, el gran mérito de la campaña publicitaria
ideada por Favre fue entender y capitalizar la potencialidad y fuerza que
encierra en sí mismo el término “NO”, y asociarlo a valores universales (¿Se
dan cuenta como Favre cierra todos los espacios para el contraataque?) en
mensajes publicitarios. Otro mérito de la estrategia publicitaria fue el
acierto de conectar con la voluntad de un verdadero ejército virtual apoyando
la campaña por el NO desde las redes sociales. Este ejército estaba allí, listo
para ser utilizado, para ser incorporado en el trabajo propagandístico. La
estrategia de Favre conectó sinérgicamente con la potencialidad de ese ejército
ciudadano especialmente joven. Funcionó. Favre ha demostrado que el marketing
político no sirve necesariamente para promocionar un producto (como el
marketing empresarial) o un candidato, sino sirve también para abrir otro
escenario en el que puedes desplegar otras estrategias más directas a
capitalizar el voto a tu favor. ¿Lo ha logrado Favre con su publicidad de los
paneles y la difundida en la TV??? Eso sólo se sabrá si sus siguientes pasos
consiguen capitalizar votos a favor.
Gran parte de la fuerza del SÍ residió en su popularidad. Mucha
gente apoyaba el SÍ porque veían a la alcaldesa Villarán como una piñata,
permanentemente acosada, débil, y por ello sin la autoridad necesaria. Todo
esto cambia cuando las personalidades del mundo de la cultura, el deporte, los
gremios y la política la apoyan decididamente. Susana ya no aparece como una
figura débil, al contrario, si algo se ha conseguido con esta campaña es que su
autoridad se afirme. Esto tiene que traer aparejada que las fuerzas del SÍ
disminuyan, que pierda empatía popular. Perdido su popularidad, su “sex apeal”, el SÍ está herido. ¿Es
mortal esta herida? Si tomamos en cuenta los resultados de la encuesta DATUM sí
lo está, pero sí tomamos los resultados de la encuesta de APOYO, no lo está. En
todo caso eso lo sabremos en los próximos días. Frente a esto no dudo que Hugo Otero
esté planeando “afinar” su estrategia. Las próximas encuestas pueden empujar a
Otero y los revocadores a aplicar “el plan B”. Y ésta no puede ser otra que la estrategia
del miedo. No sólo por los antecedentes de Otero, sino que porque el miedo es
lo más efectivo para contener los votos de los sectores C y D (los decisivos).
Es difícil imaginar una campaña profesional a los del SÍ,
pues hasta ahora sólo han mostrado un manejo chicha de su campaña. Pero
supongamos que tras caer en las encuestas los pesos pesados del SÍ (Alan
García, Castañeda, y asesores) se vean obligados a replantear la campaña
revocadora. Por los antecedentes de Alan García, Hugo Otero y cía., esta
estrategia podría constar de tres elementos: 1. apuntalar el enojo de la gente
pobre apelando a denuncias concretas contra la gestión de Susana. 2. apelar al
miedo (apañadora de comunistas, etc. caballo de Troya de organizaciones como
Tierra y Libertad o Patria Roja) de un lado, y 3. apelar a la esperanza de
otra: o sea mostrando la opción Castañeda. En realidad, se trata de una apuesta
riesgosa. Los riesgos vendrían asociados a los costos, al factor Castañeda y a
los argumentos que tendrían que exponer.
En primer lugar, si el SÍ sigue la tendencia decreciente y el
NO una tendencia creciente a los revocadores no les quedará más que apelar a
una ofensiva publicitaria, lo cual podría demandarles varios cientos de miles
de soles o hasta millones de soles. Y si para justificar unos cuantos miles de
soles tuvieron que recurrir a muertos y donantes bambas imagínense la pachotada
que pueden hacer para justificar millones de soles que puede costar una
ofensiva publicitaria. No sólo está el riesgo de no poder justificar los gastos
que demanda una ofensiva publicitaria, sino que quedaría evidenciado que la
revocatoria no se da por un “sentimiento popular” a tal punto que hace falta
propaganda que convenza a la gente por esa opción.
En segundo lugar Castañeda. El factor Castañeda es también
riesgoso, pues entrar a la cancha, y él lo sabe bien, podría significar que sus
posibilidades para luego hacerse elegir bajarían notablemente. Castañeda tiene
que saber que el destino casi impajaritable de quienes promueven las revocatorias
es que pierden opciones electorales inmediatas. Por ello a Castañeda no le
conviene aparecer haciendo campaña a favor del SÍ. De otro lado, sin embargo,
el riesgo de la tendencia creciente del NO a expensas del SÍ hace que siempre
se utilice al “factor Castañeda” a favor de la revocatoria, especialmente en
los últimos días de la campaña. Se sabe que los revocadores no ganan elecciones
para ocupar cargos que ellos han contribuido a revocar, y que por eso es
siempre es un riesgo para Castañeda salir a hacer campaña. Él tendrá que
elegir.
En tercer lugar, los argumentos. Una campaña del miedo
necesita argumentos que lleven a la población a “comprobar” su veracidad. La
“Chichi” Valenzuela, Mauricio Mulder, (antes Aldo M.) y otros extremistas de
derecha han empezado a asociar la victoria de Susana a un fortalecimiento del
“rojerío”, los terroristas, la “caviarada”, etc. Pero la gente ya ha escuchado tantas
veces (la contracampaña contra Ollanta Humala está fresquita) estas versiones
que francamente dudo que se vayan a tragar el cuento. Además, no sólo se trata
que difundan esta versión sino que tiene que ser más fuerte que la versión de
la contraparte que apoya a la alcaldesa.
Pero los del SÍ no se quedarían de brazos cruzados. Ellos
también tienen su propio escenario del miedo: el miedo al caos de una ciudad
con dos alcaldes en dos años y una paralización de las obras que mal que bien
hace la alcaldesa Villarán. La pregunta cae por su propio peso: ¿Puede avanzar
más el miedo la amenaza comunista en apoyo a una supuesta incapacidad (versión
del SÍ) que el miedo a la paralización y el caos (versión del NO)?
La contraposición de los dos escenarios del miedo nos conduciría
al terreno de las evidencias. Y allí el SÍ tiene más que perder que el NO. ¿Por
qué? Porque demostrar evidencia de la amenaza comunista (acompañada de una
incapacidad de gestión) ya parece un chiste digno de troleo masivo en las
redes. En cambio, la versión del NO: de que si se revocan a las autoridades
municipales puede sobrevenir el caos, el desorden, con 4 alcaldes en menos de
dos años, la paralización del transporte, la vuelta del caos a La Parada, etc.,
puede ser mucho más “verificable” por la gente.
El grado de implementación de los escenarios del miedo tanto
de los del SÍ como de los del NO van a depender de cómo vayan yendo las
encuestas. Pero por lo visto las probabilidades son altas. De modo que en las
próximas semanas puede darse en Lima una de las campañas electorales más sucias
y grotescas que se recuerde. Ninguno de los dos bandos está dispuesto a perder sin quemar sus últimos cartuchos. A
medida que se acerca el día de las elecciones y se vea el riesgo para el futuro
de la estabilidad democrática se estará dispuesto a pagar un precio muy precio
muy alto por impedirlo, de un lado. Y del otro lado, no se ahorrarán ningún
esfuerzo al ver cómo sus millonarias inversiones de 2 años se vayan al tacho y tengan que someterse
al escrutinio público como perdedores. El hecho de que en el Perú las fuerzas
progresistas unidas aliadas a las liberales nunca hayan perdido una campaña
electoral podría cambiar este 17 de marzo, pero el costo será muy grande.
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