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jueves, 17 de junio de 2010

Descifrando el voto "humalista"



Con un par de amigos, que también han estudiado sociología, hemos visitado tres Asentamientos humanos de Vitarte, Villa El Salvador y Comas. En realidad uno de nuestros yuntas (amigos de universidad) está haciendo su tesis de maestría sobre el imaginario popular frente a la propuesta de Ollanta. Y nos pidió apoyo.

Con cierta sorpresa encontramos, entre otras cosas, que no sólo se percibía odio, resentimiento, sed de venganza, y en general, "mala vibra" entre los votantes de Ollanta sino que también encontramos algo que los analistas no lo están viendo, o si lo están viendo no lo dicen, o si lo dicen los medios no lo difunden. Efectivamente, mezclado a la rabia contra un sistema político, y contra una “clase política” encontramos deseos positivos, esperanza contenida, y una ilusión escondida por el proyecto de Humala.

La gente que vota por Humala nos expresó un deseo oculto que nada tiene que ver con la destrucción y el odio, sino con la esperanza de que su situación de miseria se revierta, y que se abran mejores tiempos también para ellos.

A mí me parece natural y saludable que la gente marginada sienta odio contra la política y los políticos. Porque lo contrario es insano. Es enfermizo que la gente que ha sido marginada y excluida defienda el sistema que lo ha postrado. Lo saludable es que la gente marginada rechace el sistema que lo margina. Yo no creo que sea criticable la actitud de la gente en este sentido. Al contrario, me parece normal y por eso saludable.

Sonrío cuando algunos despotrican de la gente “ignorante”, “irreflexiva”, etc. ¿Qué quieren, que los marginados defiendan el sistema que los margina? ¿Qué quieren, qué los medios de comunicación que nos transmitan programas discutibles y violencia a granel luego le piden y hasta le exigen a la gente que dé un voto “reflexivo”, “inteligente”, etc.? Discúlpenme pero eso es mucho pedir. La derecha nunca ha entendido a la gente humilde, por eso la gente aborrece a la derecha y la derecha desprecia a la gente humilde. La derecha es necesaria para el progreso de un país, pero la que tenemos es una derecha egoísta, racista e incompetente para comprender a la gente. Debieran aprender un poco de la derecha chilena o la española.

Les decía que la gente expresa en el voto por Humala- no sólo resentimiento y venganza sino también- una esperanza por el cambio que los beneficie, ve una esperanza porque ocurra una especie de cambio que lo saque de la miseria en la que están postrados. Hay en el voto a Humala un deseo escondido por un futuro mejor, diferente a lo que hoy tienen. Esto que vimos en estos días de trabajo de campo me sorprendió mucho no por lo que vimos sino por las consecuencias que esto podría tener.

Ahora recién pude comprender el voto duro a la candidatura del ex militar. Recién pude comprender por qué a pesar de que lo acusan de asesino (por las acusaciones de Madre Mía) de cínico (por cobrar rico en el sistema a la vez que despotrica de él), de no ser preparado (según algunos), de ser parte de un proyecto familiar casi rayano en la locura, etc., lo acusan de todo, pero la gente sigue aferrada a Ollanta Humala. Ayer comprendí que la gente marginada no sólo expresa rabia en su voto sino también esperanza. Una esperanza oculta. Ahora, que esa esperanza se vuelva realidad o sea traicionada eso ya es otra cosa. La gente no tiene una bolita mágica para saber si sus deseos se van a cumplir, lo que si saben es que con los otros candidatos tendrán más de lo mismo. Sea verdad o no, esto último sería la sensación en el sector humalista de la gente.

Esa es entonces o parece ser lo que vincula al ex militar con las clases desposeídas: resentimientos y cólera a la vez que ilusión y esperanza. Eso también quizá pasó con el fenómeno Fujimori en 1990, yo era muy menor en ese tiempo y la verdad no me consta, pero puedo presumir que así fue. Por eso el análisis de Rafael Rey, y los consejos que le da a Lourdes, para capitalizar la cólera contra el gobierno de Toledo, me parece una buena idea, sólo que él restringe la rabia al gobierno de Toledo, mientras que Humala al sistema completo, cuestión de estrategia que parte de su posicionamiento político y de su ubicación política en el espectro ideológico. Rey no es ningún caído del palto.

Corresponde "medir" la intensidad de esta cólera y esta esperanza, los factores que lo alimentan, etc., para que los detractores de Humala puedan contrarrestarlo. Exactamente lo mismo debieran hacer los humalistas para avanzar.

Sigo con la gente que visitamos, también comprobé un fenómeno asombroso y que tiene que ver con la debilidad e impotencia de la izquierda de hoy: la gente ha sufrido una especie de castración para problematizar su miseria. Y a esta cosa extraña yo lo vinculo directamente con la hegemonía cultural del neoliberalismo. El discurso neoliberal no permite que la gente hable directa y abiertamente sobre su condición de pobre, marginado o excluido. El discurso neoliberal que se ha hegemonizado culturalmente hace avergonzar a la gente de hablar sobre su pobreza y exclusión. Y esta vergüenza hace que funcione como una especie de “auto-mordaza”. Un discurso que premia a las personas “exitosas” y castiga con la humillación a los “perdedores” y que dirige su mensaje por los grandes medios de comunicación como la TV y la prensa escrita hace que la gente humilde haya creído como cierto el discurso neoliberal. Y por eso a los pobres les es difícil hablar, entre ellos, mismo acerca de su desgraciada condición socioeconómica. Porque hacerlo sería aceptar que son perdedores y eso es insultante en un contexto de cultura neoliberal como la que actualmente hegemoniza nuestra sociedad. Las quejas son disueltas por los medios “en el aire” y no permite que se convierta en parte de la agenda política. En ese contexto es que a los desempleados que les ponen a vender cualquier cosa lo “nombran” “gerente de Ventas” y otras huachaferías por el estilo. Esta situación traba la comunicación en la sociedad peruana. La gente no se comunica, no comunica sus sensaciones pues los medios de comunicación les han dicho que eso es de perdedores. Y a este fenómeno lo vinculo con la debilidad e impotencia de la izquierda de hoy.

El discurso izquierdista no puede calar en la gente mientras la hegemonía neoliberal domine la escena. Ahora comprendo lo que me parecía irracional. Antes me preguntaba cómo es que la gente pobre no le dé bola a la izquierda aún sabiendo que la izquierda supuestamente defiende sus intereses.

Pero, a pesar de que le gente ve irracional o ha sido impelida a observar como irracional el discurso de izquierda, al mismo tiempo tiene la capacidad de rechazar el neoliberalismo “irracionalmente”. La gente pobre cree en Humala porque es mejor creer a no creer que su situación pueda cambiar. Porque –piensan- si Humala gana, tal vez mi situación mejore, aunque sea existe esta la posibilidad. Peor es nada. Sin Humala esa posibilidad no existe o es mucho menor. Parece ser que nuestro cerebro está adaptado para pensar irracionalidades dentro de una racionalidad más grande, o al revés. Y algo, creo, tiene que ver la religión en esta forma de pensar tan elástica. Pero eso es otro asunto.

Es un acierto el de Humala no haber recurrido a enfatizar en su discurso la pobreza sino apuntar al enojo de la gente. No enfatizar en la pobreza sino en la desigualdad. No es que se olvide de la pobreza sino que el énfasis está en otro lugar: en la venganza. Esto me hace sospechar que hay gente atrás que lo asesora muy sociológicamente.

Lo que llaman “voto emocional” parece ser en realidad un eufemismo. Los pobres han tenido que adaptarse a los tiempos y a transformar el discurso de izquierda en un discurso de protesta al verse impelidos de hablar de sus miserias en un contexto de hegemonia neoliberal. Y a eso los analistas llaman “voto emocional”. Yo discrepo con esa terminología. Pues al llamarlo “voto emocional” lo que hacen es desvalorar el voto de los marginados, es ubicar el voto de los marginados fuera de los linderos de la racionalidad. La “emoción” es diferente a la “razón”, y los analistas como consideran no rracionales a los que votan por el ex militar llaman a sus votos “votos emocionales” encubriendo así lo que en realidad quieren decir: “votos irracionales”. Esto también es una muestra del desprecio encubierto que algunos analistas tienen para con la gente marginada.

Sociológicamente no es bueno llamar “voto emocional” a los que votan en forma de protesta. Creo que un sociólogo debe buscar la racionalidad del voto y para eso tiene que rechazar ese término. Hay que buscar la racionalidad del voto por Humala. Así sabrán cómo combatirlo y los humalistas sabrán cómo avanzar y solidificar sus votos. Todos ganan, pero si llamamos “voto emocional” todos pierden, pues se trabaja a ciegas.
Saludos cordiales
Edson Baldeón
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